LA CRISIS RELIGIOSA
Hemos
llegado al tercer Milenio en medio de una conciencia generalizada de crisis como
resultado de los espectaculares cambios habidos en las costumbres, en las formas
de pensar y hasta de creer en lo sobrenatural… Existe la sensación de que
nuestra civilización muere de agotamiento, y de que algo nuevo, todavía no
definido, pugna por aparecer. No es extraño, pues, que mientras ese novum no se
hace realidad, vivamos en una especie de vacío… Para muchos se han alejado las
grandes certezas que han acompañado el desarrollo de la humanidad durante los
últimos siglos y éstos se han quedado sin referencias... Y, como suele suceder
en estos casos, desafortunadamente es el ocultismo el que viene a ocupar ese
vacío imponiendo sus propios códigos y reglas, contrarios –desde luego- a los
verdaderos principios religiosos.
Los
creyentes somos conscientes de que también entre algunos de nosotros existe
cierta desorientación «religiosa», manifestada en el debilitamiento de la fe en
las verdades que otrora se defendían solemnemente… Este debilitamiento no es
achacable solamente al ‘estilo light’ de la vida moderna, sino también al
exagerado y caótico pluralismo religioso-cultural de nuestra sociedad, que hace
hincapié en el lado relativo de toda creencia humana, aunque ésta tenga por
fuente al mismo Padre o Madre de La Creación… Estamos, por tanto, ante una
crisis religiosa que es inseparable de la crisis cultural… Crisis significa en
este caso conciencia de cambio y de necesidad de adaptación a la nueva
sensibilidad de las personas. Por ello el futuro de las religiones dependerá en
gran medida de cómo vayamos asumiendo los cambios y dando respuestas a los
mismos desde nuestras respectivas religiones, adecuándonos en cada caso a las
situaciones, intentando no perder la esencia de nuestros originales legados
religiosos.
1. La Crisis Religiosa
La
abundancia de publicaciones religiosas es un signo evidente de que existe una
fuerte demanda de las mismas… A este fenómeno se le ha denominado ‘rebelión
espiritual’… Otros con marcadas tendencias a las supersticiones, hablan de
‘re-encantamiento del mundo’, tras el ‘eclipse de Dios’ sufrido en décadas
anteriores… Sin embargo, estos signos optimistas van acompañados de otros signos
problemáticos, dado que las fuerzas religiosas emergentes se parecen poco a las
religiones tradicionales; más aún, dentro de éstas se han producido también
cambios muy sintomáticos.
Visto
el ‘retorno de lo religioso’ con ojos religiosos, no deja de ser un fenómeno
positivo, porque pone en entredicho la tesis materialista que considera la
religión como un fenómeno ligado a la irracionalidad e ignorancia de los
hombres. La crisis religiosa a la que me refiero es un fenómeno occidental que
está ligado a la Modernidad, y cuyas características son las siguientes: en lo
filosófico, la afirmación del sujeto o yo como fuente única de sentido; en lo
científico, un espectacular desarrollo de las ciencias y de las técnicas, y en
lo político, la aparición del Estado centralizado, burocrático y
representativo.
Por
otro lado, un efecto concomitante de la Modernidad es la secularización, pues la
religión en acto de legítima defensa propia deja de ser el centro de la vida
social, política y cultural de los hombres, y tiende a recluirse en el ámbito de
lo subjetivo… Lo secular o mundo profano adquiere su propia autonomía, relegando
la religión al ámbito de lo privado… En principio, esta situación no es
contraproducente para la religión, porque la descarga de funciones que sólo
subsidiariamente le toca desempeñar. Por otra parte, el desplazamiento social no
tiene por qué afectar a la vida interna de la propia institución
religiosa.
El
fenómeno de la secularización tiene distintas interpretaciones. Hay quienes
piensan que la secularización es el inicio de un proceso irreversible de
liquidación de la religión por pura defunción, puesto que la sociedad se hace
autosuficiente y convierte en innecesario a Dios… Esta interpretación es
sostenida por los defensores a ultranza de la razón ilustrada, cuyo ideal es
llegar a una sociedad sin Dios (secularismo)… Otros, en cambio, creen que la
secularización es un proceso inevitable que está enraizado en el tejido mismo de
la cultura occidental…
En
consecuencia, hay que asumir la secularización y saber ser religioso en una
sociedad mayoritariamente arreligiosa o plural y caóticamente
pseudo-religiosa.
Pero,
afortunadamente y de momento, los hechos están demostrando que la religión no
desaparece, sino que se transforma… Además, la razón ilustrada que ha venido
luchando contra el ‘mito religioso’ ha acabado mitificándose a sí misma y
alienándose en sutiles formas de poder. En lugar de ser luz, la razón se ha
convertido en poder instrumental, dirigido al dominio material del mundo, pero
con fines lucrativos… Pero, no por ello podemos confiarnos pensando que ‘todo
está resuelto’ para nosotros los afro-religiosos (y, me refiero a lo
afro-religioso porque es lo que nos interesa en esta comunidad, aunque el asunto
es inherente a todas las religiones).
Nuestras
afro-religiones tienen mucho que hacer para defenderse adecuadamente en medio de
todo este proceso de Modernización de la sociedad planetaria… Lo veremos más
adelante.2. Reacciones a La Crisis Cultural y Religiosa
La
palabra ‘postmodernidad’ entraña, en quienes la usan en sentido filosófico la
idea de superación: se dan por terminados doscientos años de civilización
burguesa, moderna o ilustrada y se apunta a un nuevo estilo de vida en el que
privan los principios humanitarios sobre los burocráticos y económicos… En
síntesis, se trata de sustituir la lógica del dominio por la lógica de la
relación y de la convergencia.
Pero,
¿estamos ante un deseo o ante una utopía realizable..?
No
es fácil responder a esta interrogante porque nuestro mundo sigue aún apoyado
sobre los pilares inconmovibles del Progreso: la ciencia, la técnica y la
industria… La conciencia religiosa se ha visto fuertemente sacudida por el
relativismo de la vida moderna. Los valores y símbolos que daban sentido
trascendente a la vida humana han sido sustituidos por valores efímeros, o en el
mejor de los casos por valores exclusivamente intramundanos. La ‘postmodernidad’
ha erigido al propio Yo en sujeto absoluto de valor y de placer. Las cosas han
de hacerse a gusto de cada uno: la religión, la moral, el arte, etc.
El
postmoderno declara la guerra sin cuartel a todo cuanto suene a Absoluto, pero
al mismo tiempo afirma el más absoluto politeísmo en cuanto a creencias y
comportamientos, sobre todo si se presentan como nuevos… El movimiento de
recuperación de los valores religiosos y la creación de nuevas formas religiosas
es una respuesta al estado de crisis cultural y religiosa que atravesamos…
Pero,
entre los fenómenos modernos más sintomáticos de esta vuelta a lo religioso
están la proliferación de sectas religiosas y de iglesias de todo tipo, ‘los
rescates de ciertos tradicionalismos’, hasta los movimientos de La Nueva...
Sería una superficialidad reducir a anécdota o a marketing cualquiera de estos
fenómenos. Más bien parece que todos esos fenómenos responden a aquel ‘homo
naturaliter religiosus’ de que hablaban los antiguos, y que con palabras más
sencillas han expresado modernamente Javier Zubiri (el hombre está esencialmente
religado), Miguel de Unamuno (el hombre siente hambre de Dios) y José L.
Aranguren (en todo hombre existe una necesidad de Dios)… Y, partiendo de esta
realidad ‘todo es aceptable porque se origina de la libre voluntad de la
gente’…
3.
Elementos Esenciales de Toda Religión
Las
religiones, más bien que la religión, son fenómenos presentes en todas las
culturas. La Fenomenología, que estudia el mundo de la significación de los
fenómenos humanos, permite descubrir dentro del abanico de las intencionalidades
de la conciencia humana la intención religiosa… La intencionalidad no tiene
objeto propio, como el ojo tiene el color, sino que por el hecho mismo de ser el
hombre un ser constitutivamente referido (abierto) al mundo como tal, cualquier
objeto puede ser intencionado, vivido de muchas maneras. Así, el árbol es para
la conciencia una cosa bella, útil, el símbolo de la ciencia o el símbolo
religioso de Navidad según sea la intencionalidad o nivel de sentido con que se
viva ese objeto: intencionalidad estética, utilitaria, filosófica o
religiosa.
La
religión o hecho religioso es algo que pertenece a la experiencia humana, y como
tal fenómeno puede ser estudiado en todas las culturas, desvelando sus
particularidades y sus características universales…
En
la época prehistórica, el hecho religioso aparece ligado a expresiones mágicas;
en las culturas llamadas «primitivas» se mezcla con el animismo y los mitos, y
en la inmediata antigüedad pre-cristiana el fenómeno religioso presenta
caracteres politeístas. Lo importante en estos casos es la estructura
significativa del fenómeno religioso, por la cual este fenómeno tiende a
distinguirse de otros fenómenos intencionales próximos a él (éticos, políticos,
sociales) y a constituirse en un orden de significación propia. Esa estructura
significativa recibe primeramente el nombre de Sagrado, el elemento más general
y vago dentro de la religión. Después recibe el nombre de Misterio, símbolo para
indicar la superioridad de ese Otro que se ha hecho presente en la vida de una
persona. Finalmente, se aplica el nombre de Dios a la personalización de la
Divinidad Creadora… En todas las religiones, éstas se constituyen en creadoras
de cultura (posiblemente es el origen de la cultura) al poner todos los medios
disponibles al servicio de la intención religiosa, de la cual recibe uno o
muchos sentidos.
La
secularidad a la que me he referido antes, es un fenómeno moderno occidental que
se caracteriza precisamente por separar y reconocer la autonomía de las esferas
no específicamente religiosas (filosofía, estética, ética, ciencia, etc.) que
durante siglos ha gestionado a algunos sistemas de fe… Algunos contemporáneos
viven esta separación como una sustitución de la religión. Los ejemplos más
claros los ofrecen Kant y la Teología liberal (reducción de la religión a
ética), L. Feuerbach (sustitución de la teología por la antropología), A. Comte
y E. Durkhelm (creación de una Religión de la Humanidad), K. Kaspers (la Fe
filosófica), la ilustración (religión sin revelación) y otros fenómenos como las
nuevas formas de «mística profana»… Estas tendencias no entrañan necesariamente
animadversión religiosa (Kant era luterano pietista). Son un fenómeno que cada
vez va tomando más carta de naturaleza, y consiste en una «metaforización», de
la religión haciéndola aparecer bajo formas consideradas hasta ahora por
profanas, pero que ejercen funciones análogas a las ejercidas por las religiones
tradicionales y pretenden poner al hombre en contacto con la Trascendencia de
una forma muy vaga (según algunos)...
El
resultado de este proceso, escribe Juan Martín Velasco, es que el 'prestigio de
lo sagrado' va siendo transferido a modalidades de existencia antes tenidas por
profanas y que van apareciendo intentos de romper el 'secuestro' de la relación
con la Trascendencia ejercido por las religiones tradicionales… En este caso, es
evidente que el hombre moderno va abriendo nuevos caminos para una forma
renovada de experiencia de lo último o lo supremo para los que en algunas
ocasiones reivindica la identificación como sagrado y que en otras vive como
caminos hacia la Trascendencia de carácter profano.
4.
La Proliferación de Religiones
Hay
creencias religiosas que se centran esencialmente en Dios, y otras que tienen al
hombre como centro… Las primeras responden a la definición de religión: actitud
de reconocimiento de una realidad superior y trascendente, las segundas, en
cambio, se confunden con un sentimiento psicológico de soledad y de
insatisfacción que sólo ve en Dios un instrumento a su servicio… No negamos que
esta actitud psicológica puede acabar en actitud religiosa, pero una persona que
sólo busca en la religión superar una situación concreta de angustia o de
desamparo se convierte fácilmente en objeto de engaño… Existen sectas religiosas
que desde el punto de vista humano son indiferentes porque sólo buscan poner al
hombre en relación con lo transcendente. Otras sectas en cambio, sí son
perniciosas humana y religiosamente hablando, porque buscan expresamente
apoderarse de la personalidad de los individuos, lo cual contradice lo más
elemental de toda religión: respetar la libertad de conciencia y buscar el bien
del individuo.
Pero,
el mundo de las sectas es cada vez más amplio y confuso, entre otras cosas
porque sus dirigentes no suelen ser explícitos a la hora de expresar las
motivaciones profundas de su proselitismo, si buscan verdaderamente el bien de
las personas u obedecen a intereses imperialistas de signo económico o cultural…
Es frecuente constatar cómo determinadas sectas están ligadas a firmas
económicas o a fundaciones culturales. La diferencia entre una secta y una
religión se nota en el lugar que ocupa en ella la búsqueda de La Verdad…
En
una religión, debe ser verdadero todo: la intención, la conducta y la
predicación. Una de las sectas (o mejor aún, ‘conjunto de sectas’) que más
adictos está cosechando actualmente es la denominada corriente de ‘La Nueva Era
(New Age)’, cuyo sincretismo tiene el acierto de condensar los sentimientos y
aspiraciones de la gente que necesita creer, pero ‘a su modo’ (recuerden que
lastimosamente a la mayoría de la gente les va más el caos que el orden).
5.
Las Religiones Frente al Futuro
La
aparición de nuevos movimientos religiosos en nuestros días no es un fenómeno
gratuito, sino que es algo inseparable de la situación de zozobra y de espera en
que se halla nuestra cultura. La vida socio-política y religiosa tiene sus
propios indicadores para señalar el ‘malestar’ de ambas en un momento de crisis…
En el caso de la religión, no sabemos a ciencia cierta si tales movimientos
modernos están señalando el fin de una época de secularización y el inicio de un
re-encantamiento del mundo, o bien se trata de un fenómeno pasajero… Tampoco es
seguro que determinadas actitudes de ‘irenismo transreligloso’, de
reconciliación de espíritu y materia y de prácticas esotéricas sean expresión de
una nueva espiritualidad y no una vuelta a prácticas superadas. En cualquier
caso, parece adivinarse en las personas jóvenes una nueva conciencia religiosa
que pone el énfasis en la libertad de espíritu, en la apertura a todas las
religiones y en el relajamiento de los lazos dogmáticos e institucionales… De
momento, afortunadamente las reacciones fundamentalistas o integristas entre la
juventud occidental son minoritarias.
Esto,
por lo que respecta a las personas que se declaran creyentes y practicantes…
Distinta es la situación de la gran masa de creyentes en sentido sociológico,
para los que la religión es un sentimiento de pertenencia a una tradición
heredada y con la cual mantienen compromisos no comprometedores. Estas personas
viven emocionalmente lo religioso, sin apenas referencias a lo doctrinal,
diluyen la transcendencia divina en los avatares cotidianos para poder disponer
de ella cuando surja la necesidad y centran la salvación en la consecución de un
estado interior equilibrado y seguro. La separación Dios-mundo va dando lugar a
una conciencia globalizante en la que todo es único y además espiritual.
Vistos
estos fenómenos modernos desde la óptica de las religiones tradicionales pueden
resultar preocupantes, pero no tanto si tenemos en cuenta que el proceso de
secularismo-laicismo en el mundo moderno es aún muy fuerte, por lo menos en
nuestras latitudes. Todo lo que contribuya, por tanto, a mantener vivo el
sentido espiritual del hombre es positivo. Más aún, los nuevos movimientos
religiosos contienen aspectos válidos para las grandes religiones, como es el
carácter inter-religioso que les anima.
No
hay razón para pensar que la pluralidad de religiones sea un mal. Al revés, ello
nos está indicando el carácter misterioso de Dios, que está más allá de nuestras
fórmulas humanas. Por ello, no existe un criterio objetivo para asegurar que una
religión determinada sea la verdadera y no otra… Pues, la realidad es que no hay
ninguna que podamos señalar como más auténtica que otra.
Cada
creyente está legitimado para pensar que la religión que profesa es la
verdadera, y así lo debe dar a entender… La única autolimitación que todo
creyente debe imponerse es la de aceptar el derecho de los demás a pensar lo
mismo de su respectiva religión y no tratar de imponerla a los demás. El
proselitismo atenta contra la esencia de la religión. Lo que si cabe, es
anunciar la verdad que uno cree para que sea conocida, y con la única intención
de ayudar a los demás a descubrir una dimensión imprescindible para la plena
realización de la persona humana.
Esta
postura no tiene nada que ver con el relativismo religioso, y sí con el
pluralismo religioso, respetuoso con todas las religiones. No hay mejor signo de
la veracidad de una religión que el deseo de dialogar con las otras religiones
en orden a encontrar puntos comunes de encuentro y de reflexión. Las divisiones,
los exclusivismos y los sectarismos chocan con la nueva sensibilidad religiosa
que se está desarrollando, así como que contribuyen a crear estados de ánimo y
opiniones generalizadas muy negativas sobre algunas religiones…
Los
fundamentalistas e integristas de toda índole y categoría (y, digo esto no
refiriéndome precisamente a los musulmanes), reprochan la modernización, y los
cambios necesarios que –con ellos o sin ellos- se operan actualmente en algunas
de las formas religiosas heredadas, y dichos elementos indudablemente
representan un freno al desarrollo de nuevas formas defensivas que las
religiones tienen que asumir ante el peligroso avance de esa Modernidad a la que
me he referido antes, pues la realidad es que tienen ante sí las opciones de
sobrevivir o de desaparecer para siempre….
Pero,
sin necesidad de pronunciarnos drásticamente y con urgencia –de momento- por una
u otra de tales opciones, digamos que el movimiento afro-religioso mundial (sea
de la polaridad actual que sea) tiene ante si un desafío: mantener vivo el
mensaje salvador original Orisa-Ifá, pero adecuándolo y haciéndolo comprensible
a la mentalidad del hombre moderno o postmoderno, que apenas conoce y entiende
el entramado simbólico-ritual-narrativo en el que los afro-religiosos nos
movemos… Y, este es un reto que debemos enfrentar con inteligencia y visión de
futuro en todas nuestras acciones actuales, de manera que ello nos permita
garantizar a nuestros hijos y generaciones futuras, el maravilloso legado
afro-religioso por el que hoy todos debemos luchar.
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