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ORÍKÌ ÒRÌSÀOKO
(Alabando al Espíritu de la Granja)
A ó jiyán lónìì, iyan a o jiyán lónìì, iyan iyan tó funfun luélé,
Comeremos ñame batido hoy, ñame batido, comeremos ñame batido hoy, ñame batido, ñame blanco batido,
Iyan iyan a bìlewu lorun, iyan a o jiyán lónìì, segbèdè a se, iyan o. Ase.
Ñames batidos, los ñames batidos tienen una pulpa deliciosa, comeremos ñame batido hoy, habrá mucho regocijo, ñame batido. Asé.
Orisa Oko
Orisa de la agricultura. Según la leyenda, fue un campesino que vivió en Irawó, la gente lo conocía como a un hombre bien versado en medicina y erudito en hojas y hierbas. También era cazador y solía atrapar guineas con mallas puestas en la granja de un rico granjero. Tenía un perro y una flauta, y en varias ocasiones en que se perdió en los bosques, su perro lo encontraba al escuchar el silbido de la flauta. Vivió hasta avanzada edad y cuando ya no podía seguir cazando se dedicó a practicar la adivinación.
Se cuenta que una vez aparecieron tres grandes mirlos en Irawó y se posaron en los campos y se comieron todas las cosechas de los campesinos. Ese año hubo una gran hambruna. Al año siguiente aparecieron de nuevo los pájaros y ninguna flecha podía hacerles daño. La gente fue entonces donde Orisa Oko y le dijeron: “Por favor, ayúdenos a destruir esos pájaros”.
Orisa Oko preparó un poderoso preparado con el cual logró ahuyentar a los pájaros. Las cosechas crecieron maravillosamente y cuando llegó el tiempo de la recogida la gente estaba tan contenta y agradecida a Orisa Oko que lo hicieron su rey, pero tan pronto como lo instalaron en su trono de Irawó, la gente comenzó a temer: “¿no usará contra nosotros la medicina que usó contra los pájaros?”. Sospecharon más y más de él. Y aunque no les dio causa de quejas, el temor se hizo tan grande que un día se revelaron y lo expulsaron del pueblo. Al año siguiente vino el tiempo de recolección, los mirlos regresaron y se comieron las cosechas. Entonces, toda la gente con el rostro entristecido marchó al bosque, a la cabaña de Orisa Oko y le imploraron los ayudara una vez más. Prometieron reinstalarlo como rey y nunca más revelarse. Pero esta vez Orisa Oko se negó a ayudar. Tan desencantado estaba ante la insensibilidad y deslealtad de la gente que decidió abandonarlos definitivamente. Les dijo: “Los abandonaré para siempre, pero dejaré mi espada aquí y cada vez que se encuentren en peligro real pueden clavar la espada en el suelo y vendré a proteger vuestras cosechas. Les advierto que no deben usarla a la ligera ni en vano”.
Con estas palabras Orisa Oko desapareció en la tierra. Su espada se encuentra en los templos donde es venerado.
Otra leyenda narra que había una vez un hombre, jefe del pueblo de Irawó, que fue expulsado por la comunidad cuando se descubrió que el mismo había contraído la lepra. Su esposa muy afligida por tal decisión determinó seguirlo y compartir su suerte. Mientras se encontraban en tan difícil situación, ambos lucharon con el fin de mantenerse juntos en cuerpo y alma, dedicándose a la caza y a la recolección de frutas. Accidentalmente la esposa descubrió que algunas cosechas crecían y producían el mismo tipo de frutas, por lo que no tardó en dárselas a su esposo y comerlas ella también, como resultado de haber consumido los frutos de las plantas descubiertas, la carne de animales y de pájaros cazados y además de esto haber usado los poderes medicinales de las hierbas que había en los alrededores, aquel hombre enfermo curó de su lepra. Felices y contentos regresaron a Irawó y recibieron una entusiasta y alegre bienvenida, debido a la nobleza de espíritu que habían demostrado al no reservarse para sí el recién adquirido conocimiento sobre la ciencia agrícola, sino que por el contrario se la enseñaron a otros interesados. Al transcurrir el tiempo ambos envejecieron y murieron, pero nunca fueron olvidados por el pueblo, al que le costó trabajo creer que tales personas podían desaparecer. De esta forma se referían a ellos como “aquellos que entraron a las entrañas de la tierra” para proseguir otra vida. A ambos se les asocia con la fertilidad de la tierra y los éxitos que se obtienen en el trabajo agrícola. De ahí el dicho común entre los yoruba ORISA OKO WOLE IRAWO (Orisa Oko entró en las entrañas de la tierra en el pueblo de Irawó). Se dice que, por lo antes descrito, el jefe y su esposa fueron deificados.
Omosade Awolalu señala que entre los yoruba hay cierta confusión acerca de cuál de los dos fue deificado y nombrado Orisa Oko si el hombre o la esposa. ¿Es Orisa Oko una divinidad hombre o mujer? El autor llama la atención sobre el hecho del esfuerzo conjunto y de la mutua cooperación que existió entre el hombre y su esposa para obtener los resultados que alcanzaron. Según él, entre los yoruba el sacerdocio Orisa Oko está abierto tanto al hombre como a la mujer, pero esta última es la preponderante. Los sacerdotes y sacerdotisas exhiben dos líneas verticales en sus frentes, una blanca y la otra roja. La adoración por parte de la mujer es mucho más tenaz e incluso llegan a integrar un tipo de asociación.
Conexión Egipcia
Como el dios del campo, agricultura y las cosechas, Orisa Oko es una popular deidad en yoruba. Casi todos los pueblos o ciudades tienen un templo dedicado a él. Su adoración generalmente evoca un gran entusiasmo religioso que a menudo llega al exceso. Está representado por un báculo de hierro simbolizando la fuerza. Abejas, que indican felicidad, son sus mensajeras.
El sacerdocio relacionado con la adoración del dios está abierto tanto a los hombres como a las mujeres, pero como es especialmente adorado por mujeres, el número de sacerdotisas excede con mucho al de sacerdotes. Las sacerdotisas “forman realmente entre ellas una sociedad secreta, y son tan poderosas y tan altamente respetadas, que ningún hombre se atreve a injuriar u ofender a cualquiera de ellas. Ellas se distinguen por llevar, pegado en medio de la frente, un pequeño distintivo vertical, aproximadamente de una pulgada de largo y un sexto de pulgada de ancho, la mitad rojo y la mitad blanco... Es considerado el más alto honor el tener este sacerdocio en la familia, aunque el gasto de iniciación en cada caso cuesta de 40 a 50 libras (una gran suma para un yoruba)”.
El dios es considerado como árbitro en las disputas, especialmente entre las mujeres. Lleva a cabo esta función a través de la mediación de sacerdotes que viven en el templo. Si hay una disputa entre dos mujeres en que cualquiera de ellas es culpable de algo ilícito, especialmente de posesión de brujería, se hace una apelación al dios en su templo. Aquí las disputadoras pasan alrededor de tres días, después de llevar cada una de ellas una blanca calabaza al sacerdote. Después de la debida consulta al dios, el sacerdote devuelve las calabazas. Cuando son abiertas, el interior de una de ellas permanecerá blanca, mientras que la otra aparecerá negra. El sacerdote entonces condena a la poseedora de la calabaza negra y la mata por medio de un garrote de hierro (conocido como ‘polo’). Este garrote debe ser comprado por la mujer inocente a un elevado precio, y por eso, ella se convierte en la novia o sacerdotisa de Orisa Oko.
FIESTA ANUAL
Orisa Oko es adorado normalmente por mujeres en la luna nueva. Es adorado por toda la ciudad o pueblo en relación con la fiesta de la cosecha anual. Antes de que los productos de la granja sean recogidos para la venta, los primeros frutos deben ser ofrecidos al dios. La ocasión es de gran alegría. Algunas de las nuevas batatas cocinadas para la ocasión serán ofrecidas al dios, otras serán consumidas por los adoradores, y otras serán dadas a los pobres y a los necesitados. Es innecesario decir que una gran cantidad de vino de palma será consumido para remojar los sólidos. La consumición de comida es seguida de general alegría, incluyendo procesiones y bailes públicos.
En otras partes del África Occidental, el festival de la batata es a veces acompañado por un horrible canibalismo. Este no es el caso del país yoruba, pero la fiesta de la “cosecha” de la batata es siempre ocasión de escenas de desenfrenada inmoralidad, que ha dado lugar a sanciones religiosas en el caso de las sacerdotisas de Orisa Oko. Tal inmoralidad, perpetrada bajo la apariencia de religión y que indica la perversidad de la mente humana, no es característica de yoruba, y está desapareciendo casi hasta el punto de la extinción, gracias a la influencia del Gobierno y de la Cristiandad.
ORIGEN HISTÓRICO
El prototipo Egipcio de Orisa Oko es sin duda Osiris, pero la celebración de la fiesta de la cosecha en honor del dios contiene elementos conexionados con la adoración de otros dioses Egipcios, algunos de los cuales estaban identificados con Osiris.
Debería destacarse, en primer lugar, que Osiris es un dios de la vegetación. Se dice que ha enseñado a los Antiguosegipcios “el arte de hacer herramientas agrícolas (el arado y la azada), los trabajos del campo, la rotación de cultivos, la cosecha del trigo y la cebada y el cultivo de la vid”.
En segundo lugar, debería hacerse notar la licenciosa adoración de la deidad. Orisa Oko es una deidad fálica. En tiempos recientes, en Egipto, Osiris, a quien los griegos identificaban con Baco, fue adorado con detallados ritos fálicos.
Se recordará que Horus, el hijo de Osiris e Isis, fue identificado con Min, el dios de los negros adorado en Coptos. El Profesor Erman dice: “Cuando la cosecha era recogida y el campesino había sacrificado los primeros frutos a ‘Min’ el dios de Coptos, él danzaba para testimoniar su alegría y agradecimiento al dios, y cuando la fiesta de las grandes diosas del placer, Hathor y Bastet, era solemnizado, el bailar fue considerado tan necesario como el gritar de alegría o llevar guirnaldas.
Los principales elementos de estas celebraciones del Antiguo Egipto sobreviven en la adoración de Orisa Oko.
En tercer lugar, ha sido señalado que las sacerdotisas del dios eran “distinguidas por llevar, pegado en medio de la frente, un pequeño distintivo vertical, la mitad rojo y la mitad blanco”. Los colores del distintivo son significativos. Ahora en relación con la adoración de Min, blanco es el color del toro consagrado al dios. En un punto del transcurso de las ceremonias relacionadas con la adoración de la deidad el sacerdote debía declarar que “Horus, el hijo de Isis y Osiris, ha recibido las coronas roja y blanca”. Es destacable que los colores de las coronas de Horus que ha sido identificado con Min, el dios africano de la fertilidad, sobrevive en los colores del distintivo de las sacerdotisas de Orisa Oko, el dios yoruba de la cosecha y la fertilidad.
Las anteriormente mencionadas observaciones muestran que Orisa Oko es una supervivencia de Osiris y que su adoración es una mezcla de los ritos y ceremonias relacionados con la adoración de Osiris, de Horus y de Min, el dios africano de Coptos.
A ó jiyán lónìì, iyan a o jiyán lónìì, iyan iyan tó funfun luélé,
Comeremos ñame batido hoy, ñame batido, comeremos ñame batido hoy, ñame batido, ñame blanco batido,
Iyan iyan a bìlewu lorun, iyan a o jiyán lónìì, segbèdè a se, iyan o. Ase.
Ñames batidos, los ñames batidos tienen una pulpa deliciosa, comeremos ñame batido hoy, habrá mucho regocijo, ñame batido. Asé.
Orisa Oko
Orisa de la agricultura. Según la leyenda, fue un campesino que vivió en Irawó, la gente lo conocía como a un hombre bien versado en medicina y erudito en hojas y hierbas. También era cazador y solía atrapar guineas con mallas puestas en la granja de un rico granjero. Tenía un perro y una flauta, y en varias ocasiones en que se perdió en los bosques, su perro lo encontraba al escuchar el silbido de la flauta. Vivió hasta avanzada edad y cuando ya no podía seguir cazando se dedicó a practicar la adivinación.
Se cuenta que una vez aparecieron tres grandes mirlos en Irawó y se posaron en los campos y se comieron todas las cosechas de los campesinos. Ese año hubo una gran hambruna. Al año siguiente aparecieron de nuevo los pájaros y ninguna flecha podía hacerles daño. La gente fue entonces donde Orisa Oko y le dijeron: “Por favor, ayúdenos a destruir esos pájaros”.
Orisa Oko preparó un poderoso preparado con el cual logró ahuyentar a los pájaros. Las cosechas crecieron maravillosamente y cuando llegó el tiempo de la recogida la gente estaba tan contenta y agradecida a Orisa Oko que lo hicieron su rey, pero tan pronto como lo instalaron en su trono de Irawó, la gente comenzó a temer: “¿no usará contra nosotros la medicina que usó contra los pájaros?”. Sospecharon más y más de él. Y aunque no les dio causa de quejas, el temor se hizo tan grande que un día se revelaron y lo expulsaron del pueblo. Al año siguiente vino el tiempo de recolección, los mirlos regresaron y se comieron las cosechas. Entonces, toda la gente con el rostro entristecido marchó al bosque, a la cabaña de Orisa Oko y le imploraron los ayudara una vez más. Prometieron reinstalarlo como rey y nunca más revelarse. Pero esta vez Orisa Oko se negó a ayudar. Tan desencantado estaba ante la insensibilidad y deslealtad de la gente que decidió abandonarlos definitivamente. Les dijo: “Los abandonaré para siempre, pero dejaré mi espada aquí y cada vez que se encuentren en peligro real pueden clavar la espada en el suelo y vendré a proteger vuestras cosechas. Les advierto que no deben usarla a la ligera ni en vano”.
Con estas palabras Orisa Oko desapareció en la tierra. Su espada se encuentra en los templos donde es venerado.
Otra leyenda narra que había una vez un hombre, jefe del pueblo de Irawó, que fue expulsado por la comunidad cuando se descubrió que el mismo había contraído la lepra. Su esposa muy afligida por tal decisión determinó seguirlo y compartir su suerte. Mientras se encontraban en tan difícil situación, ambos lucharon con el fin de mantenerse juntos en cuerpo y alma, dedicándose a la caza y a la recolección de frutas. Accidentalmente la esposa descubrió que algunas cosechas crecían y producían el mismo tipo de frutas, por lo que no tardó en dárselas a su esposo y comerlas ella también, como resultado de haber consumido los frutos de las plantas descubiertas, la carne de animales y de pájaros cazados y además de esto haber usado los poderes medicinales de las hierbas que había en los alrededores, aquel hombre enfermo curó de su lepra. Felices y contentos regresaron a Irawó y recibieron una entusiasta y alegre bienvenida, debido a la nobleza de espíritu que habían demostrado al no reservarse para sí el recién adquirido conocimiento sobre la ciencia agrícola, sino que por el contrario se la enseñaron a otros interesados. Al transcurrir el tiempo ambos envejecieron y murieron, pero nunca fueron olvidados por el pueblo, al que le costó trabajo creer que tales personas podían desaparecer. De esta forma se referían a ellos como “aquellos que entraron a las entrañas de la tierra” para proseguir otra vida. A ambos se les asocia con la fertilidad de la tierra y los éxitos que se obtienen en el trabajo agrícola. De ahí el dicho común entre los yoruba ORISA OKO WOLE IRAWO (Orisa Oko entró en las entrañas de la tierra en el pueblo de Irawó). Se dice que, por lo antes descrito, el jefe y su esposa fueron deificados.
Omosade Awolalu señala que entre los yoruba hay cierta confusión acerca de cuál de los dos fue deificado y nombrado Orisa Oko si el hombre o la esposa. ¿Es Orisa Oko una divinidad hombre o mujer? El autor llama la atención sobre el hecho del esfuerzo conjunto y de la mutua cooperación que existió entre el hombre y su esposa para obtener los resultados que alcanzaron. Según él, entre los yoruba el sacerdocio Orisa Oko está abierto tanto al hombre como a la mujer, pero esta última es la preponderante. Los sacerdotes y sacerdotisas exhiben dos líneas verticales en sus frentes, una blanca y la otra roja. La adoración por parte de la mujer es mucho más tenaz e incluso llegan a integrar un tipo de asociación.
Conexión Egipcia
Como el dios del campo, agricultura y las cosechas, Orisa Oko es una popular deidad en yoruba. Casi todos los pueblos o ciudades tienen un templo dedicado a él. Su adoración generalmente evoca un gran entusiasmo religioso que a menudo llega al exceso. Está representado por un báculo de hierro simbolizando la fuerza. Abejas, que indican felicidad, son sus mensajeras.
El sacerdocio relacionado con la adoración del dios está abierto tanto a los hombres como a las mujeres, pero como es especialmente adorado por mujeres, el número de sacerdotisas excede con mucho al de sacerdotes. Las sacerdotisas “forman realmente entre ellas una sociedad secreta, y son tan poderosas y tan altamente respetadas, que ningún hombre se atreve a injuriar u ofender a cualquiera de ellas. Ellas se distinguen por llevar, pegado en medio de la frente, un pequeño distintivo vertical, aproximadamente de una pulgada de largo y un sexto de pulgada de ancho, la mitad rojo y la mitad blanco... Es considerado el más alto honor el tener este sacerdocio en la familia, aunque el gasto de iniciación en cada caso cuesta de 40 a 50 libras (una gran suma para un yoruba)”.
El dios es considerado como árbitro en las disputas, especialmente entre las mujeres. Lleva a cabo esta función a través de la mediación de sacerdotes que viven en el templo. Si hay una disputa entre dos mujeres en que cualquiera de ellas es culpable de algo ilícito, especialmente de posesión de brujería, se hace una apelación al dios en su templo. Aquí las disputadoras pasan alrededor de tres días, después de llevar cada una de ellas una blanca calabaza al sacerdote. Después de la debida consulta al dios, el sacerdote devuelve las calabazas. Cuando son abiertas, el interior de una de ellas permanecerá blanca, mientras que la otra aparecerá negra. El sacerdote entonces condena a la poseedora de la calabaza negra y la mata por medio de un garrote de hierro (conocido como ‘polo’). Este garrote debe ser comprado por la mujer inocente a un elevado precio, y por eso, ella se convierte en la novia o sacerdotisa de Orisa Oko.
FIESTA ANUAL
Orisa Oko es adorado normalmente por mujeres en la luna nueva. Es adorado por toda la ciudad o pueblo en relación con la fiesta de la cosecha anual. Antes de que los productos de la granja sean recogidos para la venta, los primeros frutos deben ser ofrecidos al dios. La ocasión es de gran alegría. Algunas de las nuevas batatas cocinadas para la ocasión serán ofrecidas al dios, otras serán consumidas por los adoradores, y otras serán dadas a los pobres y a los necesitados. Es innecesario decir que una gran cantidad de vino de palma será consumido para remojar los sólidos. La consumición de comida es seguida de general alegría, incluyendo procesiones y bailes públicos.
En otras partes del África Occidental, el festival de la batata es a veces acompañado por un horrible canibalismo. Este no es el caso del país yoruba, pero la fiesta de la “cosecha” de la batata es siempre ocasión de escenas de desenfrenada inmoralidad, que ha dado lugar a sanciones religiosas en el caso de las sacerdotisas de Orisa Oko. Tal inmoralidad, perpetrada bajo la apariencia de religión y que indica la perversidad de la mente humana, no es característica de yoruba, y está desapareciendo casi hasta el punto de la extinción, gracias a la influencia del Gobierno y de la Cristiandad.
ORIGEN HISTÓRICO
El prototipo Egipcio de Orisa Oko es sin duda Osiris, pero la celebración de la fiesta de la cosecha en honor del dios contiene elementos conexionados con la adoración de otros dioses Egipcios, algunos de los cuales estaban identificados con Osiris.
Debería destacarse, en primer lugar, que Osiris es un dios de la vegetación. Se dice que ha enseñado a los Antiguosegipcios “el arte de hacer herramientas agrícolas (el arado y la azada), los trabajos del campo, la rotación de cultivos, la cosecha del trigo y la cebada y el cultivo de la vid”.
En segundo lugar, debería hacerse notar la licenciosa adoración de la deidad. Orisa Oko es una deidad fálica. En tiempos recientes, en Egipto, Osiris, a quien los griegos identificaban con Baco, fue adorado con detallados ritos fálicos.
Se recordará que Horus, el hijo de Osiris e Isis, fue identificado con Min, el dios de los negros adorado en Coptos. El Profesor Erman dice: “Cuando la cosecha era recogida y el campesino había sacrificado los primeros frutos a ‘Min’ el dios de Coptos, él danzaba para testimoniar su alegría y agradecimiento al dios, y cuando la fiesta de las grandes diosas del placer, Hathor y Bastet, era solemnizado, el bailar fue considerado tan necesario como el gritar de alegría o llevar guirnaldas.
Los principales elementos de estas celebraciones del Antiguo Egipto sobreviven en la adoración de Orisa Oko.
En tercer lugar, ha sido señalado que las sacerdotisas del dios eran “distinguidas por llevar, pegado en medio de la frente, un pequeño distintivo vertical, la mitad rojo y la mitad blanco”. Los colores del distintivo son significativos. Ahora en relación con la adoración de Min, blanco es el color del toro consagrado al dios. En un punto del transcurso de las ceremonias relacionadas con la adoración de la deidad el sacerdote debía declarar que “Horus, el hijo de Isis y Osiris, ha recibido las coronas roja y blanca”. Es destacable que los colores de las coronas de Horus que ha sido identificado con Min, el dios africano de la fertilidad, sobrevive en los colores del distintivo de las sacerdotisas de Orisa Oko, el dios yoruba de la cosecha y la fertilidad.
Las anteriormente mencionadas observaciones muestran que Orisa Oko es una supervivencia de Osiris y que su adoración es una mezcla de los ritos y ceremonias relacionados con la adoración de Osiris, de Horus y de Min, el dios africano de Coptos.
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